25 de noviembre de 2015

Un hombre y 100 millones de árboles

En 2006, el presidente de Mozambique, quiso conocer a Pedro Muagura
Fue hasta su humilde casa y le hizo una pregunta: ¿Por qué plantas tantos árboles? 
Él pensó durante unos segundos y contestó: "La mamá cuando va a dar a luz necesita una sombra con la que resguardarse del sol, cada día necesitamos respirar oxígeno puro, el recién nacido una cuna de madera en la que descansar y en el final, en la muerte, un ataúd será nuestro último cobijo. Sin árboles no hay vida".
La respuesta que escuchó el mandatario es de un hombre que ha plantado casi cien millones de árboles en 12 países distintos.

Su historia es fascinante. ¿Qué decir de un hombre que adiestró gatos para tener a raya a las cobras que segaban vidas en un pueblo del norte de su país?
Muagura es mozambiqueño. 
"Aprendí a amar los árboles porque mi padre no tenía dinero ni para darnos pan. Todo lo que comía me lo daban las plantas", explica. 
Luego, su pasión se tornó con mucho empeño en los estudios universitarios y de ahí comenzó su pequeña leyenda. 
"En el final de mi tesis universitaria me fui al monte Kilimanjaro, en Tanzania. Entonces resolví un grave problema de inadaptación de cultivos en sus laderas". La solución le hizo tan famoso, que el entonces presidente de Tanzania le pidió que se quedara trabajando en el país.
Pero el plantador de árboles decidió viajar por el mundo con una sola norma que se impone allí donde va. "En la primera hora que llego a un país tengo que plantar un árbol"
En el aeropuerto de Helsinki le permitieron hacerlo en la propia terminal, pero cuando lo intentó en Londres se llevó,  hasta ahora, la  única negativa. 
"Eran gente rara. Aterricé y le di los buenos días a tres personas. Dos no me contestaron y la tercera me preguntó qué quería. Nada, sólo darle los buenos días, le contesté. 
Luego hablé con alguien del recinto y le pregunté dónde podía plantar un árbol. Me dijo que en ningún sitio, así que decidí sentarme, no hablar con nadie e irme".
Eran tiempos en los que Muagura recorría con una beca el norte de Europa y se quedaba extrañado al ver que en Finlandia crecía la vegetación del hielo: "No lo podía entender". 
Sufría en Rusia ataques xenófobos: "Comí en un restaurante donde rompieron los platos en los que yo había comido por ser negro. Planté unos cuantos árboles allí y me marché".
Su vida tiene tintes humorísticos, como cuando en Suecia fue a comprar plátanos. "Yo como en Mozambique decenas de plátanos al día. En Suecia fui a una frutería y vi que troceaban los plátanos en pequeñas porciones. Me extrañó, pero quería comer de nuevo mi fruta favorita. Pedí sólo una y cuando me dijeron el precio no me lo podía creer, con ese dinero compraba 100 en mi país. No pude pagarlo". 
Por último, en el aeropuerto de Johannesburgo, en el hotel que hay frente a la terminal internacional, obligó a que regaran las mustias plantas o se negaba a comer. "Ya lo había pedido y a los empleados no les quedó más remedio que regar el jardín".

'Vi una tala ilegal desde el aire y lloré'

Sirvan estos ejemplos para escenificar la vida de un amante de la naturaleza. 
En la actualidad, trabaja en el Parque Nacional de Gorongosa, en Mozambique, repoblando un país en el que la deforestación por la venta de madera es importante. 
"En una ocasión me subieron a un helicóptero sin avisarme lo que iba a ver. Desde el aire contemplé un área grande donde hacían tala ilegal y un incendio. Comencé a llorar». 
Muagura trabaja con las comunidades más humildes, enseñándoles a respetar el entorno. "Muchos de los que antes eran mis enemigos son ahora colaboradores que me ayudan en los viveros. Muy pronto llegaré a la cifra de haber plantado cien millones de árboles, llevo ya 97 millones".
Además, él fue el artífice de acabar con un problema de picaduras de cobra en Guro, un poblado de Mozambique.
"Me llamaron y contaron que morían por sus picaduras cuatro personas cada seis meses. Pensé y decidí comprar 45 gatos y adiestrarlos". Al final quedó un ejército de gatos que han provocado que sólo muera por picadura de cobra una persona cada dos años.
Por último, Muagura, el plantador de árboles deja dos afirmaciones. 
¿Quieres más a las plantas o a los hombres? 
"Quiero más a las plantas. Nosotros, los humanos, estamos destruyendo la naturaleza por no respetarla".
 ¿En qué lugar del mundo plantarías un árbol si te dejaran elegir un único sitio? 
"En el lugar donde yo nací".
Javier Brandoli.

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