18 de noviembre de 2014

CAMBIAR LA ALIMENTACIÓN PARA CAMBIAR NUESTRA VIDA.

Entrevista a Montse Bradford.
La energía del cuerpo, los pensamientos, las emociones, la salud, la enfermedad, todo ello está íntimamente ligado a lo que comemos, al tipo de alimentos que elegimos a diario. 

Y así como estamos pendientes de los estímulos, los ambientes y las personas con las que convivimos, y que algunas veces denominamos “tóxicas”, lo cierto es que no somos tan conscientes con la alimentación, de la que tanto depende nuestra calidad de vida. ¿Comemos para tapar emociones, para relacionarnos con los demás o simplemente para saciar el hambre? 

Como dice Montse “si deseo energía, vitalidad y claridad mental, debo alimentarme en consonancia para conseguirlo”.
¿Somos lo que comemos o comemos lo que somos?
La alimentación es un factor básico y fundamental para generar salud, equilibrio y energía en nuestra vida.
Según nos decía Hipócrates, “que el alimento sea nuestra medicina y la medicina sea nuestro alimento”. Cada alimento además de tener ciertas propiedades nutritivas, también tiene sus propiedades energéticas.
Es curioso observar, que todo el mundo acepta las propiedades medicinales de la fitoterapia, cada planta puede producir ciertas reacciones y efectos en la salud de las personas.
Sin embargo no valoramos las reacciones energéticas de otras plantas, como las verduras, las frutas, las legumbres o los cereales.
O sea que los alimentos nos modifican…
Todo nos genera ciertas reacciones, efectos, ya que todo es energía y vibración.
Muchas personas pasan la vida “viviendo para comer”, tan solo apegados a la parte sensorial o emocional de la comida.
Tenemos que empezar a tomar conciencia de la parte energética de los alimentos, escogiendo a cada momento lo más indicado, según nuestras necesidades del momento, y actuando con sabiduría “comiendo para vivir”.
Macrobiótica, crudismo, vegetarianismo, veganismo… ¿En qué se diferencian estas y otras opciones alimentarias?
Bueno, cada una de ellas tiene su filosofía y su práctica determinada. Mi camino ha sido crear una forma de alimentación y vida, con consonancia a toda mi experiencia y vivencias de los últimos cuarenta años de mi vida, en mi misma, mi familia, alumnos y pacientes. Yo la denomino “alimentación natural, sostenible, energética y consciente”.
¿Qué implica cada término?
Natural, porque usamos alimentos de origen primario y vegetal, sin procesar, manipular. Del campo a nuestro estomago, totalmente naturales y ecológicos, libres de químicos y pesticidas. Sostenible, se refiere a alimentos locales, de la estación, del Km. cero, y principalmente de origen vegetal. Esta es la alimentación sostenible para el Planeta Tierra, para que tengamos “comida para todos, y no para unos pocos”.
Nos quedan “Energética” y “Consciente”
Si. Energética, porque no es suficiente usar los alimentos naturales, hay que entender su energía, efectos y saber cómo cocinarlos, como combinarlos y cuales necesitamos de acuerdo a nuestras necesidades personales. El estudio de la energía, efecto y vibración de los alimentos es algo fascinante y lleno de sentido común, que nos ayuda a entender nuestro estado general de salud. Y consciente, porque nos aporta libertad y consciencia para escoger a cada momento, de acuerdo a nuestras necesidades energéticas, los alimentos adecuados, entendiendo lo que nos pasa a muchos niveles de nuestro ser: físico, emocional y mental.
Y a quienes tienen dudas con el vegetarianismo, ¿qué les aconseja?
Lo importante es aplicar sentido común, simplicidad y coherencia, entendiendo en profundidad el propósito de comer: crear una buena calidad de sangre. Y aprendiendo de forma responsable.
Hay que aprender con profundidad, sino nos podemos ocasionar carencias y más problemas de salud. No podemos hacer el cambio con tan solo un libro, lo mismo que no nos atreveríamos a conducir un coche, con tan solo leer el manual de conducción.

Convénzanos de una buena vez de que la carne es perjudicial para la salud física y espiritual
Tan solo observando el diseño de nuestro cuerpo, podemos entender con claridad que está diseñado para comer alimentos de origen vegetal y no animal.
De las 32 piezas que tenemos en la boca, solamente 4 son caninos.
Nuestros intestinos son muy largos, para digerir productos vegetales. Si comemos proteína animal, se produce acidez en la sangre, putrefacción, con pérdida de flora intestinal, problemas cardiovasculares, de obesidad, colesterol, altos niveles de acido úrico.
Además, causa un estado ligero de toximia (toxemia), produciendo estrés en los órganos dedicados a la limpieza y eliminación de toxinas de nuestro cuerpo.
Muchos opinan que las proteínas de la carne son irremplazables..
Hay muchas personas que aseguran de forma contundente y categórica de que hay que comer carne. ¿Pero han probado el no comerla durante unas semanas o meses, y ver cómo se encuentran? Creo que para poder opinar sobre algo, hay que conocerlo, experimentarlo, vivirlo, sentir sus resultados.
Pero por supuesto, adoptando una alimentación vegetariana coherente y sin carencias, ya que algunas personas dejan de forma drástica la proteína animal, empiezan a comer tan solo ensaladas y verduras. ¡Por supuesto que tendrán carencias y problemas!
Parecería que “paz y armonía” no son muy compatibles con la ingesta de carne. ¿Es así?
Existen muchos pueblos orientales que se han alimentado sin carne, ni lácteos, y son culturas florecientes, prósperas, de las cuales, incluso, los países occidentales están importando ciertas formas de vida (Taichí, meditación, Feng-shui, qi-gong, etc.), que sabemos que nos ayudan a poder profundizar en nosotros, generándonos más paz y armonía.
Según algunos autores, aquellas sociedades y grupos de individuos que se han alimentado con proteínas animales, tienden a desarrollar una forma más agresiva de vivir.
Por el contrario, otras culturas cuyas fuentes alimenticias principales han sido cereales y proteínas de origen vegetal, su desarrollo ha sido más pacífico.
¿Y qué efectos produce la carne en nuestras emociones y trabajo espiritual?
A nivel emocional y mental, la carne nos genera más agresividad, impaciencia, rigidez, tensión, cólera, ira. Ya que al bloquear el hígado, nos generará dichos estados de ánimo. También será bastante difícil poder relajarse o meditar habiendo comido proteína animal, ya que no nos dará mucha tranquilidad y paz interior.
Cuando se consume carne, tendemos a desear alimentos de energía y reacción opuesta (distender, relajar, desconcentrar) como azúcar, alcohol, chocolate, etc.
Y así vamos creando una dinámica extrema y caótica en nuestra vida.
La nutrición –junto a la respiración- es nuestra fuente de energía. ¿Cómo la podemos mejorar?
Pues empezando a hacer pequeños/grandes cambios, como pasar de lo comercial a lo natural, de lo refinado a lo integral, y de lo empaquetado y procesado a alimentos básicos de origen vegetal.
Concretamente ¿qué deberíamos usar y qué evitar?
Usar más cereales integrales, legumbres y proteínas vegetales, variedad de verduras de tierra y de mar (algas), semillas, frutos secos, frutas de temporada, condimentos y endulzantes naturales.
Y evitar los productos con reacciones extremas, tales como proteínas animales de grasa saturada: carnes, embutidos, jamón, quesos, lácteos en general, snacks salados, todo el alcohol, vinagres, estimulantes, bebidas gaseosas azucaradas, azúcares refinados y rápidos, chocolate, helados, pastelería, lácteos blandos, levaduras, bollerías, exceso de especies, frutas tropicales, verduras solanáceas…
Una alimentación sana crea emociones sanas
¿Cómo se relaciona lo que comemos con nuestras emociones?
Bueno, es muy largo, intentaré resumirlo. Hoy en día la sociedad tiene como punto de referencia mirar siempre hacia el exterior, y paliar todos sus “altos y bajos” con comida, comprándose cosas, teniendo mas posesiones.
Todo ello sin entender que la felicidad es un estado “interior” que no se consigue con cosas materiales y exteriores. Una de las “tapas” que se utilizan son los alimentos.
Se usan para premiar, para tapar emociones o para evadirse de ellas.
También sabemos por la medicina china, que cada órgano, según esté en equilibrio o bloqueado, o en deficiencia, generará unas particulares emociones.
Por ejemplo, si mi hígado está bloqueado, puede que me sienta impaciente, agresiva, con cólera, inflexible y rígida. Mientras que si son mis riñones, puede que tenga mucho miedo y no desee empezar nada nuevo en mi vida, con falta de confianza y energía.
¿Es decir que las emociones surgen de un cuerpo afectado por los alimentos?
Así es. Lo que comemos afecta al estado de nuestros órganos, y con ello, genera diferentes estados de emociones y pensamientos. Hay que entender que el “cuerpo emocional”, es un cuerpo vibracional, energético. Por ello habrá que depurarlo, alimentarlo, y mimarlo con esta misma vibración y no con comida. 
Por lo dicho, podríamos limpiar y volver a crear nuestros propios estados de ánimo cambiando la alimentación...
¡Por supuesto! Todo afecta al todo.
Si nuestra alimentación es muy simple, sencilla, humilde, de origen vegetal, nuestra vibración será muy diferente que si comemos carne o bebemos alcohol. Mi punto de referencia, prioridades y forma de ver la vida, cambiará hacia una consciencia y equilibrio interior. Y este es el resultado que todo ser humano desea: encontrar paz y equilibrio interior.
¿Qué aspectos de la nutrición son los que más preocupan a la gente?
Hay muchas formas de alimentarse, yo las clasifico en estos 7 niveles:
  • Nivel primario: comer de una forma espontánea cuando se tiene hambre, sin usar o seguir ningún modelo de conducta o filosofía. Es una conducta automática e inconsciente que responde a la sensación física de tener hambre.
  • Nivel sensorial: comer de acuerdo al deseo de los sentidos, con énfasis a su aspecto, gusto, olor, color, me gusta o no me gusta.
  • Nivel emocional: se sigue una alimentación queriendo obtener una satisfacción a nivel emocional.
  • Nivel intelectual: en este nivel se come teniendo en cuenta justificaciones a nivel del intelecto y mente: calorías, proteínas, vitaminas, fibras, grasas, minerales.
  • Nivel social: se desea comer teniendo en cuenta una conciencia social, sostenible y ecológica.
  • Nivel ideológico: se come siguiendo a fe ciega alguna creencia o disciplina ideológica: religiones, maestros, dietas…
  • Nivel energético de libertad: comer de acuerdo a las necesidades individuales y escogiendo libremente a cada momento.
Podríamos decir que comer lo que nos gusta no siempre significa comer lo que nos conviene, y viceversa.
Así es. Si deseamos obtener equilibrio, dirección y armonía en nuestras vidas, es importante escuchar e intuir lo que necesitamos, respetando las Leyes Universales Energéticas y aplicándolas con libertad e intuición.
Por lo que de acuerdo a qué nivel nos relacionemos con la alimentación, tendremos unas preocupaciones u otras.
Mientras estemos comiendo con apego “solo lo que nos gusta”, y no valoremos “lo que necesitamos” veremos la alimentación como algo primario, vinculado a las sensaciones y emociones primarias.
Ya que vemos también la contradicción, deseamos estar bien, tener energía, vitalidad y claridad mental, pero no nos alimentamos en consonancia para conseguirlo.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, sabemos muy bien que el alcohol no nos da claridad mental, sin embargo lo consumimos. Sabemos muy bien que el consumo de grasa animal, nos aumenta el colesterol y nos lleva a la obesidad y a las enfermedades cardiovasculares, sin embargo seguimos con ello.
Tenemos que entender que si plantamos cebollas, no podremos recoger melocotones. De la misma forma si tomo productos nocivos para la salud, no tendré salud, ni energía. Nos preocupa la salud de nuestros hijos, sin embargo, les dejamos ir a la escuela con una bollería, galletas o sin desayunar.
Hay que cambiar, tomar más consciencia de ello, y valorar la nutrición, darle la gran importancia que tiene, para crear salud en nosotros y en nuestra familia.
En estos tiempos de crisis, no es un asunto menor que los alimentos biológicos sean bastante más caros que los del súper. ¿Cómo seguir una dieta equilibrada y “low cost”?
Cuando empezamos a practicar el vivir de acuerdo a esta forma natural de alimentación, experimentamos todo lo contrario, que es muchísimo más barato alimentarse con alimentos ecológicos.
No estoy hablando de comprar paquetes de algún producto alternativo ecológico con variedades sofisticadas. La alimentación que propongo se basa en alimentos simples, humildes y baratos. Alimentos de toda la vida, que han nutrido a generaciones de antepasados, antes de que llegaran los paquetes, la comida procesada y preparada, etc. No es cuestión de comparar cuánto vale un kilo de zanahorias ecológicas y no ecológicas, porque esto es una forma muy simplista de comparación.
Sino de ver cuánto vale la cesta de la compra compuesta de verduras, cereales a granel, legumbres, fruta del tiempo… Y a cuánto asciende una cesta con jamón, queso, vino, dulces, carnes, embutidos, paquetes de snacks salados, bebidas gaseosas azucaradas, pan blanco, bollería y paquetes de esto o aquello.
Es de esta forma que se hace la comparación, ¡aunque las zanahorias al ser ecológicas sean un poco más caras!
Si al final la crisis va a resultar saludable...
¡Razón de más para que en estos momentos de crisis, volvamos a los alimentos de toda la vida!
Miremos a cuántos podemos dar de comer con un kilo de arroz o uno de garbanzos, en comparación a la proteína animal. Y os aseguro que una alimentación natural y simple, es muchísimo más barata.
Mario Martínez.


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